*Fabio Girardi, director del segmento Agroindustria de TOTVS
Se ha debatido mucho sobre el impacto de la transformación digital en diversos sectores de la economía a medida que la movilidad, el internet de las cosas y el big data dejan de ser temas relacionados al futuro y se convierten en soluciones presentes en el día a día de las empresas, industrias, comercio y también, en la agricultura. Pero, ¿cuál puede ser el papel de esas tecnologías en la producción agrícola e incluso en la actuación del productor?
La respuesta es simple. Dentro de los softwares de gestión de esos productores, adoptados durante la última década como una herramienta de backoffice —que agiliza procesos de contabilidad, facturación y nómina— se encuentran datos que pueden ayudarles a mejorar su gerenciamiento y a tomar decisiones más precisas. Esto si estuvieran integradas las funciones de los sistemas especializados en el negocio de la agroindustria.
Hoy, los ERPs especializados disponen, por ejemplo, de herramientas como mapas de calor que muestran, tan fácil de leer y en una sola pantalla, los datos recolectados en campo sobre un punto concreto para ser analizados, como la infestación de una plaga. Las zonas con mayor incidencia son mostradas con un color más oscuro.
Eso es posible porque el sistema fue alimentado con todas las informaciones referentes a la cosecha, desde la elección de la semilla, la ventana de siembra, los datos almacenados en las computadoras de las máquinas, entre otros. Cuando se tiene todo debidamente recolectado y analizado, la tecnología puede entonces indicarle al gestor las posibles infestaciones, así como informarle dónde, cuándo y con qué grado de incidencia se tendrán.
Sin embargo, no es suficiente tener un sistema que hace la recolección de todas estas variables. Es necesario y muy importante que el software elegido tenga la capacidad de cruzar la información y generar análisis para dar al productor rural una mejor toma de decisiones. Estas correlaciones se transforman en información útil únicamente cuando se recolectaron y analizaron datos procedentes de diversas fuentes, tales como la máquina, el clima, el período de siembra y los detalles de la cosecha, elaborados a partir de la cosechadora.
El resultado final de este proceso es un gestor mejor amparado y orientado para tomar decisiones que mejorarán su productividad, sobre todo considerando que la mayoría de los productores que trabajan con materias primas tienen un precio estándar, por lo que es vital obtener un mejor rendimiento. Y la gran transformación es precisamente eso: producir un mayor número de bultos por hectárea con menor costo.
Las herramientas digitales dedicadas a la agricultura trabajan con excelencia el costo y llevan al agricultor a conocer todos los detalles de la operación de manera que pueda identificar brechas para reducción y actuar rápidamente y así, tener menor pérdida en la punta. Es importante profundizar en las soluciones tecnológicas, para ver lo que ellas ofrecen y usar esas informaciones para convertir la inversión en hechos concretos que acaban impactando en el bolsillo y margen del productor. No es magia, no es futurología, es transformación digital y ella está justo en nuestra puerta.
(Nota de Prensa)