Como seguramente nos pasó a muchos de nosotros al crecer, de niño creía que no tendría que aprender a conducir. Las películas de ciencia ficción e historietas me enseñaron que los robots se encargarían de todo, que sólo tendría que sentarme a leer mientras el automóvil conducía por mí. Años más tarde y tras interminables horas de andar en carreteras y circular por las ciudades, ese sueño se había disipado finalmente. Aun así, en un futuro cercano parece que se hará realidad para la próxima generación de aprendices.
Los vehículos autónomos son muestra de una tecnología de rápida maduración. Mientras Tesla y Google crean una visión en la conciencia del consumidor, los vehículos autónomos están dejando huella en el mundo de los negocios.
¿Manuales o automáticos?
La industria minera y agropecuaria, entre otras, han demostrado ser un productivo campo de pruebas de la tecnología autónoma gracias a la ausencia de peatones, leyes y demás obstáculos que van de la mano con la conducción en carreteras públicas, lo cual propicia que las empresas rebasen los límites tecnológicos. Volvo saca provecho de ello al ser pionero en el uso de camiones autónomos con Boliden, minera suiza. Por un lado, la empresa evita riesgos de seguridad al sacar de la mina al personal y llevarlo a la superficie, al tiempo que mejora la eficacia de la actividad. Los camiones no tienen recesos ni cambian de turnos. Por consiguiente, están en pleno funcionamiento todo el día, con lo que se obtienen grandes ganancias de productividad.
De esta forma, la presión que se ejercerá sobre la infraestructura digital será manejable. Una vez que la tecnología consiga una adopción generalizada de los consumidores, los niveles de conectividad necesarios para apoyar la posterior explosión de datos exigirán un cambio de enfoque en los profesionales de operaciones e infraestructura.
La nueva infraestructura vehicular
IDC afirmó que los automóviles conectados y automáticos suponen una importante contribución al volumen global anual de datos al ascender a 44 zeta bytes en 2020. A modo de contexto, el tráfico actual es de 7 zeta bytes. Es probable que esto cambie la perspectiva a los profesionales de operaciones e infraestructura. Si bien hablamos de centros de datos definidos por la empresa y de la naturaleza evolutiva de la ‘infraestructura crítica’, también debemos reconocer que los vehículos autónomos formarán parte de lo habitual.
Para hacer frente al aumento de la demanda, la resiliencia y disponibilidad de los centros de datos serán fundamentales. Estos vehículos deberán seguir conectados y ser accesibles desde las computadoras que gestionan sus datos. Necesitaremos conocer la ubicación de estos vehículos –y ellos también– de modo que cuando hablemos de gestión de la carga de trabajo, todo será muy distinto. Si los profesionales de operaciones e infraestructura lo hacen bien, podrían cosechar enormes beneficios económicos y sociales.
Incluso KPMG prevé que los vehículos conectados y autónomos beneficiarán a la economía del Reino Unido por la suma de £51.000 millones anuales en 2030. Con la seguridad y las ventajas del entorno que se podrán obtener, este es un cálculo que ciertamente vale la pena hacer bien.
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