Lo primero que las personas piensan al escuchar el término Inteligencia Artificial, es en robots humanoides que sobrepasan sus características de máquinas y desarrollan pensamientos propios que pueden llegar a amenazar la supremacía de la raza humana, gracias en gran medida, a las películas de ciencia ficción.
La realidad, es que la Inteligencia Artificial (IA), está más cerca de nosotros de lo que se puede pensar, facilitando la vida de miles de personas y los procesos de múltiples empresas. La inteligencia artificial está presente desde hace mucho años en los más diversos elementos de nuestra vida, tales como, los sistemas de “piloto automático” de los aviones, los algoritmos que usan algunas conocidas herramientas para determinar mejores rutas en el tráfico, está presente en las cajas de cambios de los automóviles modernos que se adaptan a diferentes condiciones del terreno por donde se transita, en las lavadoras inteligentes que hacen uso eficiente de agua, detergente y energía, etc.
Un ejemplo cotidiano son las aplicaciones que emplean algoritmos para procesar y anticiparse a las necesidades de los usuarios en función de los datos proporcionados por ellos.
Pero ¿qué es la Inteligencia Artificial y por qué debería una empresa apostar por ella? La IA, permite entre otras cosas, la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas, especialmente sistemas informáticos. Estos procesos incluyen el aprendizaje – la adquisición de información y reglas para el uso de la información – el razonamiento – usando las reglas para llegar a conclusiones aproximadas o definitivas – y retroalimentándose continuamente para lograr la autocorrección.
Hoy en día las empresas son las más interesadas en impulsar la IA dentro de su negocio, principalmente porque los empleos de sus algoritmos autónomos pueden generar y ahorrar dinero, un gran atractivo para las organizaciones que apuestan por ella. Según un reporte de International Data Corporation (IDC), en el 2017 se dinamizó un capital de US$ 12.000 millones, y para el 2021 se proyecta que el monto sea de US$ 57.600 millones, disparándose los ingresos globales de las compañías que se dedican o adoptan la Inteligencia Artificial.
Las ámbitos y aplicaciones que incluyen IA en las organizaciones son cada vez más complejas. Para el público externo, por ejemplo, está el uso de chat box que permite absolver las dudas y preguntas que los consumidores desean trasladarle a la empresa, e inclusive las que tienen los propios colaboradores, estos asistentes virtuales pueden guiar al público interno en los procesos administrativos y simplificar sus operaciones a través de motores de búsqueda que anticipan sus necesidades y les presenten soluciones, traduciéndose en ahorro de tiempo y dinero para los usuarios y la compañía.
El reto actual con la Inteligencia Artificial es encontrar la infraestructura y las condiciones adecuadas para potenciar aún más esta incipiente tecnología en las organizaciones. Desde requisitos simples como una óptima conexión de Internet inalámbrico (Wi Fi) hasta la seguridad informática y las medidas de prevención que se deben tomar para evitar casos de phishing y delitos cibernéticos que frustren el desempeño de la IA.
Una vez interiorizados estos conceptos, las empresas se sumarán a la incorporación de IA sin duda alguna, puesto que ofrece tres de los más grandes beneficios que se valoran: la mejora de la experiencia del cliente, el acceso a la información con una mayor personalización y la generación de eficiencia en los procesos. Ahora, ¿quién podrá detener la ola de la revolución digital?