El juego es sin duda la ocupación principal del niño y la más placentera. A través del juego el niño ensaya ciertas conductas sociales; siendo, a su vez, una herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectuales, motoras o afectivas. Sin embargo, en esta coyuntura de confinamiento muchos de nuestros niños están solos en casa, sin hermanitos o amigos para jugar, entonces surge la necesidad de que los niños aprendan a jugar solos.
“El juego infantil es una necesidad básica para un buen desarrollo de la inteligencia y también para el equilibrio físico y emocional de los niños. Debe ser gustoso y placentero, sin sentir obligación de ningún tipo y con el tiempo y el espacio necesarios”, señala Elvira Cachay, directora regional de Innova Schools.
El juego individual o en solitario, sin la intervención de un adulto (mamá, papá u otros educadores) ofrece grandes beneficios en el desarrollo cognitivo de los niños: aumenta su independencia y autonomía, fomenta su fantasía y permite que tomen sus propias decisiones sin miedo a equivocarse. Aquí algunos puntos a tomar en cuenta.
- El juego les permite ejercitar su propio cuerpo y explorar en su imaginación y con los objetos cercanos. Los juguetes del niño deben estar a su alcance, de tal manera que pueda elegirlos con autonomía sin llamar a un adulto.
- Es mejor separar los juguetes por categorías. Todos los de construcción, por un lado, los rompecabezas, coches, muñecos en otro lado. Podemos organizarlos en cajas, cestos o contenedores y etiquetarlos. Esto contribuye a crear un ambiente letrado para el niño.
- Si el niño tiene una gran cantidad de juguetes se pueden guardar algunos y cambiarlos cada cierto tiempo tomando acuerdos.
- Además del espacio y el tiempo, debemos tener en cuenta el tipo de juguetes. Es preferible evitar juguetes con frases grabadas o movimientos por botones. Los bloques, legos, rompecabezas o los muñecos que no corresponden a ninguna serie, los modelos de animales son perfectos para cultivar su imaginación. Si el juguete ya lo hace todo por él, el juego en solitario durará menos tiempo y requerirá pronto ayuda del adulto.
- Considerar las manualidades con material de reciclaje, soga de saltar, los instrumentos musicales, pintura libre con distintos materiales, incluso una lupa y unos binoculares para que se comience a interesar por la ciencia.
- Cada niño tiene su propio tiempo para mantenerse concentrado o entretenido con un juego, esto depende del interés que despierte en él. Recordemos que el tiempo de concentración de un niño va entre 2 y 5 minutos por año de edad, así que es importante que el niño decida el momento de cambiar el juego mientras que los adultos podemos sugerir el paso por diferentes actividades. Si bien es recomendable establecer rutinas, los adultos debemos ser flexibles cuando sea necesario.
- Un niño tampoco debe jugar solo todo el rato. El adulto puede acompañarlo por intervalos o proponiendo juegos nuevos. Incluso el niño puede empezar un juego acompañado y luego desempeñarse solo.
Una de las cosas que se deben tener muy presentes en esta práctica del juego en solitario es que si nuestro hijo se aburre no significa que estemos haciendo algo mal. La capacidad para lidiar con el aburrimiento es un signo inequívoco de buena salud mental y le permite al niño crear sus propios recursos para enfrentar la soledad y desarrollar su creatividad.
“Satisfacer con demasiada rapidez a un niño le impide desarrollar recursos personales, es preferible darle tiempo al niño para encontrar por sí mismo una ocupación y así favorecer su iniciativa y su independencia de pensamiento”, indica la educadora.
Otro punto a tener en cuenta es la sobre estimulación antes de dormir. Un niño en edad preescolar debe dormir entre 10 y 13 horas diarias para recuperar energías y estar dispuesta al día siguiente. Por ello, es importante establecer rutinas para lograr un buen descanso y evitar el consumo de golosinas.
Establecer horarios para las actividades previas al sueño (para que tengan claro que hay una hora para jugar, comer y bañarse, etc.) sin pantallas que los sobre estimulen al menos una hora antes, preparar un ambiente sereno con luz tenue para relajarlos, no tener actividades agitadas en la cama para que relacionen este espacio con la tranquilidad y descanso, un baño tibio, un cuento y un objeto especial o de apego son algunas pautas para que los niños amanezcan con buen humor y puedan despertar toda su imaginación durante las horas de juego.