Tras la pandemia del COVID-19, y de acuerdo a la consultora de negocios Boards of Innovation, ahora vivimos en una ‘economía de bajo contacto’, caracterizada por la reducción de la interacción física y las medidas estrictas de salud y seguridad.
Esta ha afectado de manera distinta a cada uno de los sectores empresariales, pero lo común para todos ha sido la necesidad de iniciar y/o acelerar los procesos de Transformación Digital. Estos, que tomaban entre uno a tres años, hoy deben realizarse en días o semanas.
Lo digital se ha convertido en el elemento central de toda interacción. Los canales digitales son ahora el principal modelo de participación del cliente, y los procesos automatizados son el impulsor de la productividad y la base de las cadenas de suministro flexibles, transparentes y estables. Las formas ágiles de trabajar son un requisito previo para hacer frente a los cambios en el comportamiento de los consumidores.
Estos cambios pueden revelar potenciales puntos problemáticos de la arista tecnológica de una compañía, por lo que son varios los retos. De acuerdo con Luis Villanueva, director de LATAM de Stambia y especialista en integración y transformación de datos; los proyectos que se vayan a desarrollar en esta nueva economía deben contar con sistemas que permitan el comercio electrónico y la protección de los datos sensibles de los usuarios. Asimismo, deben tener una reducción de costos en la gestión local de información y una sincronía hacia la nube para el almacenamiento de los datos.
Además, según la consultora McKinsey & Company, los factores a considerar en la adopción de nuevas tecnologías son la seguridad de los datos, la escalabilidad y la usabilidad. La seguridad de los datos se convierte en un reto cuando se trabaja a distancia, por la cantidad de información que se comparte. Otro desafío es la escalabilidad pues hay que identificar en donde ocurren las rupturas o caídas en un escenario de interacción virtual total con los grupos de interés, o equipos diseminados dando el soporte desde casa. Y en cuanto a la usabilidad, el reto estará en renovar o mejorar la oferta de los productos y servicios disponibles.
“A estos se le suma la Integración de Datos: el paso cero de la transformación digital y un elemento esencial para la gestión de datos de las empresas, ya que optimiza el uso de las tecnologías en las que ya se ha invertido”, menciona Villanueva.
En Latinoamérica, aún son muchas las compañías que inician su estrategia de innovación digital sin tener este factor en cuenta, lo que afecta su rendimiento, rentabilidad y eficiencia. Pero también están quienes han entendido su importancia: de acuerdo con la consultora Gartner, en 2019, más del 50% del costo de implementación de nuevos sistemas fue invertido en integración de datos.
En ese sentido, la integración de data es el reto tecnológico más grande de las empresas, y de lograrse, también será su principal aliado. Por eso es clave definir los mejores criterios para la elección de una solución de integración de datos en el momento de la transformación digital.
“Esta debe ser adaptable y ágil para que concilie las necesidades empresariales con las necesidades tecnológicas. Debe ser capaz de industrializar los procesos de innovación digital; y además, su costo y estrategia no deben depender de su arquitectura”, señala Villanueva.
Dichas soluciones deben ser flexibles para las demandas de valor de tiempo, los patrones de integración, la optimización del costo, el modelo de entrega, y la sinergia con la transformación digital. “Una solución que cumpla con todos esos requisitos mejora la productividad de una organización hasta en un 20%”, agregó Villanueva.
Solo quienes implementen este proceso a la velocidad que la situación y el mercado lo requiere, lograrán su supervivencia y demostrarán su capacidad de reactividad frente a una crisis.