Cuando miramos una revista en la calle, sin importar sobre qué temas trate, lo primero que nuestros ojos observan es la portada. Las fotografías que aparecen, personajes que destacan, colores, tipografía y otros elementos de diseño, que muchas veces omitimos, son parte de lo que llama nuestra atención (aunque no seamos conscientes) y definen si queremos seguir indagando o no sobre ese producto.
El diseño de las portadas ha sido, al igual que la sociedad misma, una actividad en constante evolución y transformación debido a los innumerables cambios, no solo en lo que respecta al estilo de vida, sino a los avances de la profesión como tal.
Quique López, Director del Máster en Diseño Gráfico y el Máster en Diseño Editorial y Publicaciones Digitales en ESDESIGN Escuela Superior de Diseño de Barcelona, se refiere al tema: “La palabra contenido es un concepto muy amplio que ya no solo abarca el libro o revista, sino toda pieza generada para exponer una narrativa escrita o escuchada”.
Pero, ¿cómo ha sido la evolución a lo largo de la historia? Algunas de las revistas más importantes a nivel mundial, que han sido reconocidas por sus grandes portadas en la historia, fueron analizadas para conocer detalles del detrás existente bajo la figura de portada.
Uno de los casos es el de la famosa The New Yorker, revista norteamericana fundada en 1925 y con una frecuencia de publicación semanal (casi desde sus inicios), la editorial ofrece crítica cultural, reportajes de investigación, ensayo, poesía, relato corto, sátira, ficción, tiras cómicas y viñetas, entre otros.
En temas de diseño, es particular que su estructura base no se altera o sufre grandes cambios (el nombre siempre va centrado en la parte superior). Es como tal el objeto central -fotografía o ilustración-, lo que en realidad hace que el aspecto visual sea distinto ante los lectores.
López agrega: “Las portadas no han cambiado prácticamente nada y, sin embargo, sí vemos la evolución. No tanto en la manera de diseñarlas, sino en los recursos de ilustración utilizados; una evolución que va de la mano de quien ilustra la revista. […] Si tuviéramos que hablar de evolución, más allá de lo visual, nos encontraríamos con el medio. Este ha hecho que lo que antes solo tenía la traslación del print, de repente podamos encontrarlo también en el medio digital”.
Otra de las grandes publicaciones históricas es National Geographic. ¿Qué pasaría si afirmáramos que, de todas estas revistas míticas, está en particular, es la menos fotográfica/gráfica de todas? Aunque parece sorprendente, la publicación científica americana comenzó de una manera totalmente alejada a su naturaleza documental–fotográfica, manteniendo un grafismo estrictamente tipográfico hasta finales de los años 50. La primera fotografía en portada fue una bandera estadounidense, 1959.
Desde entonces, no ha cambiado casi nada: cabecera contundente, mucho menos texto que en origen y una gran fotografía que ilustra la temática principal del número en cuestión. De acuerdo con López, “conforme ha ido pasando el tiempo, la cantidad de texto en portada ha ido menguando, estando cada vez más enfocado a llamar la atención sobre el tema principal y haciendo que este apoye de una manera más contundente el recurso fotográfico”.
En lo que respecta a TIME, revista nacida en New York en 1923, podríamos decir que es un buen ejemplo de consistencia a lo largo de sus casi 100 años de historia. Una cabecera casi inamovible, con un mismo logo que desde sus inicios ha ido sufriendo pequeñas modificaciones, leves ajustes de grosor, remates, poco más. Podríamos decir que la modificación más traumática se dio a finales de los 70 y duró toda la década de los 80; un outline en el lettering que estuvo presente hasta que en el año 1992 se ajustó el logo que perdura hasta hoy mismo.
Este logo, en octubre del 2020, dejó de estar por una única vez en portada. Time decidió cambiarlo por otro con la palabra ‘Vote’. Según Quique “desde la década de los 30 podemos ver lo que es el otro signo de identidad de sus cubiertas. El marco rojo, que no ha cambiado desde que hizo su primera aparición, salvo en una ocasión. El número especial dedicado al 11-S, los atentados de las Torres Gemelas. Lógicamente, si tenían que cambiarlo lo harían por otro, pero de color negro”.
Como podemos observar con los ejemplos, la evolución existe como un proceso lógico de adaptación a las tendencias del momento, además de la incorporación de nuevas técnicas y plataformas surgidas en los distintos momentos históricos.
Finalmente, López advirtió: “Quizá a veces esperamos que esta evolución se manifieste en forma de cambios de marca, logotipo, diagramación, dirección de arte o fotográfica. Y lo que vemos es que no necesariamente se da un cambio radical para considerar una evolución consistente, coherente y acorde a la idiosincrasia y naturaleza del producto editorial. Evidentemente, en ámbitos como las tendencias, el deporte y de manera más notoria en la moda, la evolución es mucho más palpable. Un uso trendy de la tipografía, más permeabilidad a las innovaciones en el campo del diseño gráfico, sobre todo en la dirección de arte. Digamos que muchas de ellas siguen siendo muy consistentes y aun así han sido capaces de marcar nuevos ‘renacimientos’ en la historia del diseño editorial”.
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