Dentro del rápido avance de las Smart Cities y su ecosistema digital, han aparecido a la par lo que se denomina edificios inteligentes, y junto con ello el inicio de un cambio de infraestructuras y paradigmas sin vuelta atrás.
Los Smart Buildings o Edificios Inteligentes, son aquellos cuyas instalaciones y sistemas (de climatización, iluminación, electricidad, seguridad, telecomunicaciones, multimedia, informáticas, control de acceso, etc.) permiten una gestión y control integrada y automatizada, con el fin de aumentar la eficiencia energética, la seguridad, la usabilidad y la accesibilidad.
A medida que las ciudades se vuelven inteligentes, también lo son sus medios de transporte, infraestructuras y sus edificaciones. Es por ello, que a través de la tecnología se persigue controlar el acceso y seguridad, el uso de los recursos energéticos, las instalaciones de climatización y la temperatura, la domotización de las tareas del hogar y; en definitiva, realizar una gestión eficiente de forma automatizada y controlada de todos los sistemas.
En 2023, los Smart Buildings tendrán más de 483 millones de dispositivos (sensores, equipos, aparatos, etc.) conectados a nivel mundial. Un aumento anual promedio del 33%, según el último informe de Berg Insight.
Un edificio digital cuenta con sistemas diversos que se apoyan en la tecnología, las redes y el IoT. Su diseño e infraestructura tienen por objetivo facilitar la administración y gestión, haciéndolo más eficiente y de mayor costo-beneficio. Por otro lado, el desarrollo de sistemas de automatización para iluminación, sistemas de climatización y seguridad maneja un mejor control de las operaciones de los edificios, y los costos durante años.
Por lo tanto, un edificio inteligente debe incluir la automatización de todos sus sistemas, estar equipado de instalaciones controladas; a través de sistemas domóticos gestionados mediante tecnologías de conectividad avanzadas. Esta gestión y control automatizados permiten aumentar la eficiencia energética, la seguridad, la usabilidad y la accesibilidad.
Por otro lado, su impacto medio ambiental es bajo. Si hablamos de un edificio inteligente, éste debe ser construido utilizando los materiales, sistemas eficaces y eficientes respetando el medio ambiente y el entorno; alcanzando máximos niveles de eficiencia y ahorro energético en todos sus sistemas de climatización, ventilación e iluminación, reduciendo así al máximo sus emisiones contaminantes.
En los últimos años, inversiones en I+D de grupos industriales como Furukawa, han posibilitado el desarrollo de tecnologías de hiperconectividad como Laserway, y su red para edificaciones Green Building.
Estas tecnologías 100% ópticas, vienen a contribuir con la reducción del consumo de energía, de los sistemas de refrigeración y la cantidad de material derivada de petróleo usada en el cableado, además de proporcionar un tiempo de vida mayor que una solución de cableado tradicional, y más velocidad y seguridad en la transmisión de digital de los datos.
En resumen, un edificio inteligente ha derivado en importantes avances tecnológicos, y junto con ello, aumenta su valor añadido con respecto a las construcciones convencionales, ya que generan mayor interés, repercutiendo directamente en su valor de mercado en cuanto a sus precios de venta o alquiler.