Las soluciones y servicios en la nube han sido una de las vertientes de transformación digital que más han crecido recientemente. Tan solo en 2022, la inversión en estas tecnologías se incrementó hasta alcanzar más de 225,000 millones de dólares, es decir, 20.8% más que lo alcanzado en el año anterior.
Parte de este salto está relacionado con la expansión del mercado de centros de datos, en especial las grandes infraestructuras que despliegan los proveedores de servicio líderes en la industria. Actualmente se calcula que hay más de 8.4 millones de centros de datos en el mundo, un ecosistema que se espera continúe ampliándose en el futuro cercano.
Esto, para las empresas, implica mayor disponibilidad, confiabilidad y estabilidad de los servicios virtualizados. Ya que el 90% de las organizaciones tienen al menos algún producto o servicio de esta índole, la pregunta ya no es si las organizaciones están en la nube, sino, ¿en qué nube se encuentran y por qué?
Tales soluciones pueden dividirse en dos esquemas básicos: nube pública, proveniente de algún proveedor como Amazon, Google, Oracle Cloud o Microsoft, apostando por máquinas virtuales; o nube privada, es decir, infraestructura de TI in situ, instalada y administrada por un equipo local. Es decir, las apps, soluciones, cargas de trabajo y/o datos corren en arquitecturas propietarias o bajo demanda.
La nube pública se caracteriza por ser más asequible para las empresas en crecimiento, brindándoles capacidades que pueden escalar a la medida de sus necesidades, teniendo acceso a servicios de forma ágil. Por su parte, los esquemas de nube privada tienden a dar mayor visibilidad y seguridad a los equipos técnicos, acotando también temas de compliance por la ubicación de información sensible.
Para equilibrar entre los requerimientos de protección y acceso, cada vez más organizaciones optan por migrar a dinámicas de nube híbrida: distribuyendo archivos, operaciones y credenciales en los dos modelos.
De acuerdo con Juan Moscoso, Datacenter & Cloud Manager para AMD SSA, se ha visto que en un principio muchos clientes se movieron a la nube, pero con el tiempo algunos se han dado cuenta de que en términos de costo-beneficio no es lo que esperaban y en otros, por temas logísticos, han preferido regresar a infraestructura on-premise o están optando por esquemas de nube privada. Esto ha favorecido la adopción de nube híbrida como el punto intermedio que les ofrece lo mejor de dos mundos.
De esta forma, los negocios de todo tipo y tamaño pueden tener control total de sus sistemas, ya sea que busquen adoptar servicios virtualizados para procesar cargas de trabajo críticas, como el análisis avanzado y la inteligencia artificial (IA) o el aprendizaje automático (ML); o busquen regresar a entornos on-premise para incrementar la garantía de la integridad y confidencialidad de sus datos.
Comúnmente, las empresas que consideran la interoperabilidad de múltiples plataformas suelen dudar entre la compatibilidad de sus arquitecturas, viendo un desafío de integración en la migración de sistemas. Optimizados para migración de datos, los sistemas basados en la tecnología de AMD pueden reducir hasta en 58% los gastos de capital (CapEx) y 46% los operativos (OpEx).
Los equipos con Procesadores AMD EPYC, tanto en servidores ofrecidos a través de máquinas virtuales locales o instancias basadas en la nube pública, están diseñados para apoyar la transformación de las empresas, brindando la máxima seguridad a nivel del procesador, con soluciones más potentes y flexibles que les ayuden a crear nuevas oportunidades, capitalizar todo el potencial de la digitalización y, todo esto, sin necesidad de decidir entre una nube pública, on promise o híbrida.