El cierre de los establecimientos educacionales con el objetivo de cuidar la salud de los más de 9 millones de estudiantes, escolares y universitarios del ámbito urbano y rural, debido al riesgo de exponerse a la pandemia del Covid-19 cambió diametralmente la manera de enseñanza en Perú y el mundo. Los niños y jóvenes debieron adaptarse a una nueva forma de aprender debido al confinamiento: La educación digital.
Y, pese que no estábamos tan preparados como quisiéramos para enfrentar esos desafíos, no cabe la menor duda que: Desde el inicio de la pandemia del Covid-19 la tecnología se volvió uno de los mejores aliados de los estudiantes. El teléfono celular y los computadores nos permitieron mantener una cierta “normalidad” y enfrentar el trabajo, el entretenimiento y la vida social con más regularidad.
Esto es algo que también aplica para los niños, quienes también han debido adaptarse a esta nueva forma de relacionarse, estudiar y jugar. Los miedos que muchos padres sentían de exponer a los más pequeños al mundo virtual tuvieron que hacerse a un lado, para permitirles mantener una vida más o menos “normal”. Pero, ¿cómo podemos mantener a los estudiantes seguros en el mundo virtual?
En principio hay que tener en cuenta las características propias del Perú sobre el uso de las TIC orientadas a la educación. En ello, la brecha digital se convierte en un desafío para el país, según cifras del INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), sólo el 39% de estudiantes cuenta con acceso a Internet doméstico en la ciudad y sólo un 5% de los estudiantes cuentan con conexión en el área rural.
Sin embargo, iniciativas como “Aprendo en casa”, programa de educación remota del Ministerio de Educación ha registrado un alcance de 95.8 % para el segmento escolar de colegios públicos, lo que se refleja con más de más de 124 millones de visitas únicas en el portal, en lo que va del confinamiento social. Y con la adquisición programada de Tablets con Internet continuo para estudiantes de las zonas más vulnerables del país, la brecha digital se acorta a buen ritmo.
A todo ello, se debe sumar un punto trascendental, el del poco control que puede existir en la red para monitorear las actividades de los menores. Estadísticas del INEI realizadas durante la primera fase del confinamiento muestran que el 92,7% de los menores de 18 años accedió a Internet para actividades de entretenimiento, como jugar en línea, descargar películas o para interrelacionarse en las redes sociales. Mientras que en el sector rural es muy difícil mantener un registro, debido al bajo alcance de la red que limita el registro de información. Esto genera incertidumbre, en ambos escenarios sobre a qué pueden tener acceso los jóvenes y cómo los padres, familiarizados o no con las nuevas tecnologías, pueden poner algunas barreras de seguridad.
Sin embargo, se pueden tomar medidas concretas para aumentar la seguridad de los más pequeños de la casa y esa es nuestra premisa como expertos en seguridad con las familias: generar conciencia para proteger lo más importante y al mismo tiempo educar y concientizar para proteger la vida digital.
Algunas acciones a aplicar pueden ser: en primer lugar, estar atento a los malware, pues con la pandemia del Covid-19 continúan en ascenso. Para ayudar a proteger los dispositivos de su hijo contra software malicioso, ataques de suplantación de identidad y otras amenazas, es mejor actualizar sus soluciones de seguridad en todos los dispositivos. Además es esencial el uso de contraseñas seguras, optar por la autenticación de dos factores para agregar otra capa de protección entre usted, sus hijos y un atacante potencial.
Por otra parte, los controles parentales son el material más útil para evitar que los niños estén expuestos a información dañina para ellos o que, simplemente, los padres no quieran que vean. Además, se puede registrar la actividad web diaria, para poder revisar al final del día en qué sitios ha ingresado el niño o adolescente.
Si bien tener a los niños en casa nos puede hacer sentir más “seguros”, debemos recordar que aún hay riesgos a los que debemos estar alerta. Internet es una herramienta potente y necesaria para aprender, compartir y entretenerse, pero debemos estar atentos y ser capaces de enseñar a nuestros hijos cómo utilizarla de manera responsable y segura.