Leonardo Barbero, Vicepresidente Senior de Producto Lumen América Latina
La palabra clave es “innovación”. En un mundo tan dinámico, cambiante, incierto y desafiante, revisar y mejorar de manera continua la forma en que se hacen las cosas, aprovechando las nuevas herramientas disponibles se consolida como un imperativo para las empresas. El primer paso es cultural: existen empresas más abiertas a innovar que otras, que se caracterizan por ser menos estructuradas o conservadoras. Por eso, es esencial que las organizaciones puedan flexibilizarse y ampliar la mirada.
Existe una idea de que la innovación se relaciona únicamente con los avances digitales: la realidad indica que si bien las nuevas tecnologías y la interfaz digital para generar una mejor experiencia en el cliente -tanto interno como externo- se llevan una buena parte, en algunos casos, la transformación pasa por el modelo de negocios. “Innovar” también puede entenderse como migrar de una empresa orientada a productos a una orientada a soluciones o reestructurar la forma en que se adquieren y gestionan los activos.
Se identifican dos tipos de innovación. La innovación evolutiva y la innovación revolucionaria. La primera nace de la disconformidad: aun cuando un proceso funciona bien o un producto o servicio tiene aceptación en el mercado, reina la sensación de que las cosas se pueden hacer de una manera mejor si se implementan nuevas herramientas o se adoptan nuevas tecnologías. Que este modelo se dé con naturalidad en las organizaciones depende de un elemento cultural clave: que esta actitud se fomente entre los colaboradores para que no tengan miedo de arriesgarse. Aquellos que proponen innovar quedan bajo la lupa: se hará algo diferente, con una inversión en la que todo el mundo pondrá la mirada. Por eso es esencial que el top management comunique de manera clara que apoya este tipo de iniciativas, que si fallan no se hará ningún tipo de inquisición pública (a lo sumo, se analizarán las causas y se medirá la viabilidad de si puede hacerse un nuevo intento o si se abandonará el proyecto). Esta es otra de las claves para que la innovación funcione, se difunda: prueba y error, fallar rápido, estudiar las razones y volver a intentarlo. Detenerse a rumiar por los equívocos cometidos es un ancla que detiene por completo el proceso innovador. La innovación evolutiva debe estar presente en toda la organización: todas las áreas tienen la obligación de buscar mejoras.
La innovación revolucionaria, por su parte, surge de una lectura de largo plazo en el mercado: cómo se modifican las demandas, de qué manera cambian las tecnologías, qué están haciendo los competidores -una variable cada vez más dinámica: hay mercados en los que aparecen startups que de un día para el otro le compiten de igual a igual a los principales incumbentes-, cómo evolucionan los consumidores. Este tipo de innovación se ve más, por lo tanto, en lanzamientos de productos, cambios de posicionamiento de las compañías o redireccionamientos de inversiones estratégicas. Este tipo de innovación se da mayormente en áreas como Producto, Marketing o Ventas, que son las que exploran el mercado, analizan tendencias y miran el largo plazo.
En todos los casos, se trata de procesos que generan ciertos temores al interior de las empresas y que suelen producir tres comportamientos: adopción temprana por los usuarios más curiosos y de gen innovador, posición de follower para los que prefieren esperar a ver cómo se desarrollan las cosas antes de avanzar y quietud en los más temerosos o conservadores. Una estrategia de change management es clave para manejar estas tensiones internas y para promover que los early adopters funcionen como influenciadores para ayudar a que toda la organización abrace la innovación.
Las empresas tienen hoy una oportunidad innovadora sin precedentes: a la disponibilidad de tecnologías muy maduras se suma una creciente diversidad en los equipos de trabajo, que aporta una riqueza mucho mayor en la mirada y a la generación de ideas. La mesa está servida: evolutiva o revolucionaria, la innovación es un elemento ineludible para las empresas que busquen competir y ganar en estos tiempos vertiginosos.